A pesar de la evidencia científica, no existe en el imaginario público la pérdida de biodiversidad como un problema: Julia Carabias
La sesión contó con la participación de los especialistas David Cooper, Lucía Ruiz, Alicia Mastretta-Yanes y Camille Maclet.
La pérdida de la biodiversidad y el cambio climático son los dos grandes cambios globales que reflejan la crisis ambiental actual, aseguró Julia Carabias, miembro de El Colegio Nacional, al coordinar y moderar la mesa de diálogo COP 15: ¿Qué cambió para la conservación de la biodiversidad?, en la que expertos explicaron el alcance y la relevancia del acuerdo histórico conocido como el Marco Mundial de Diversidad Biológica, adoptado en diciembre de 2022, en Montreal, durante la Conferencia de las Partes COP 15.
“A pesar de toda la evidencia científica que se ha generado, no existe en el imaginario público, no está interiorizado en la conciencia de la gente, el tema de la pérdida de biodiversidad como un problema”, enfatizó la bióloga e investigadora mexicana y explicó que la diferencia entre pérdida de biodiversidad y cambio climático, es que la segunda se podría atenuar y estabilizar cumpliendo con el Acuerdo de París, pero la primera es irreversible, “lo que se pierde es producto de la evolución y no se vuelve a recuperar de forma original”.
En la sesión, realizada de forma híbrida en el Aula Mayor de El Colegio Nacional y transmitida en vivo el 7 de febrero por las plataformas digitales de la dependencia, participaron los especialistas David Cooper, Lucía Ruiz, Alicia Mastretta-Yanes y Camille Maclet.
Carabias recordó que el 75% de la superficie terrestre y el 66% de los océanos están profundamente alterados; además, se ha perdido cerca del 68% de vertebrados en los últimos 50 años y el 95% de la biomasa de todos los mamíferos corresponde al ganado y a los humanos, sólo el 5% a los mamíferos de vida silvestre, cifras encaminadas a la extinción de un millón de especies que se calcula para final de siglo.
Al tomar la palabra, David Cooper, secretario ejecutivo interino del Convenio sobre la Diversidad Biológica, comentó que la sociedad debería estar orgullosa del Marco Mundial de Diversidad Biológica, firmado en diciembre de 2022. Sostuvo que se trata de un instrumento ambicioso para todos los niveles de gobierno y toda la población, que servirá como guía para las acciones que deberán tomarse para salvar y restaurar la biodiversidad. “El reto más grande será implementarlo”.
De acuerdo con el experto, el documento es un plan transformador con miras al 2050, que se integra por cuatro objetivos y 23 metas, estas últimas para el 2030. El objetivo A, es sobre la conservación y espera detener la extinción masiva producida por los seres humanos a la décima parte; el objetivo B, se refiere a las contribuciones que hace la naturaleza a las personas y busca el desarrollo sostenible para beneficiar a las generaciones futuras; el objetivo C, está relacionado con el eje pilar del convenio, que son los beneficios de la utilización de los recursos genéticos y secuencias digitales; y el objetivo D, define la importancia de la implementación de medidas adecuadas y especialmente con los recursos financieros.
“Es muy importante la atención y participación de todos los actores que se tomaron en cuenta, no sólo de los ministros del medio ambiente, necesitamos la participación de todo el gobierno, de los sectores que tienen impacto sobre la diversidad y del sector privado. Tenemos en el plan algunos elementos que podemos utilizar en esta reacción para cumplir las nuevas metas”, finalizó el secretario ejecutivo.
Por su parte, Alicia Mastretta-Yanes, catedrática del CONACYT asignada a la Comisión Nacional para el Conocimiento y uso de la Biodiversidad (CONABIO), habló de la diversidad genética y explicó que este término se refiere a las variaciones que hay entre los individuos de una misma especie y entre las poblaciones de diferentes individuos de esa misma especie. Además, la diversidad genética también se relaciona con las diferencias ambientales.
Para la investigadora, la diversidad es la base que permite la distribución del fenómeno llamado vida en el planeta y son los humanos la especie con más diversidad genética en la Tierra. Detalló que uno de los alcances de este término es que permite la conservación de la biodiversidad, porque existen opciones de resiliencia. Sin embargo, a pesar de que se reconoció su importancia en el Convenio de Biodiversidad de 1992, “en la práctica, nos hemos olvidado de ella”.
Agregó que, a partir del Marco global de la Biodiversidad de Montreal, la diversidad genética se incluyó de forma histórica y explícita en los objetivos, las metas y los indicadores, en particular, en el objetivo A, que especifica que se debe mantener la diversidad genética dentro de las poblaciones de especies silvestres y domesticadas, salvaguardando su potencial adaptativo. “Los indicadores de diversidad genética hacen visible la pérdida de la biodiversidad a escala local. Las extinciones ocurren en una población a la vez. Por lo tanto, nosotros creemos que la conservación se logra una población a la vez”.
En su participación, Camille Maclet, gerente de relaciones con el Sector Financiero del Convenio sobre la Diversidad Biológica, centró su ponencia en el riesgo que la pérdida de biodiversidad genera para la estabilidad financiera y económica de la sociedad a nivel mundial. Según datos de 2020 publicados por el Foro Económico Mundial, más del 50% de la generación de valor económico está en riesgo por la pérdida de la naturaleza, lo que se traduce en 44 billones de dólares cada año que dependen de la biodiversidad.
“En el mundo entero se dedican menos de 150 billones de dólares para proteger, conservar o restaurar la biodiversidad, así que faltan, por lo menos, 550 billones de dólares cada año”, afirmó la especialista, quien también recordó que la mayoría de los apoyos financieros a nivel mundial se invierten en actividades que lastiman la biodiversidad. “Son más de 2 trillones de dólares dedicados a financiar proyectos que destruyen la naturaleza”.
En palabras de Maclet, todo el Marco Mundial de Diversidad Biológica depende de la capacidad de las partes, de los países, de financiar las metas de conservación. “Los líderes, los equipos de bancos y las instituciones financieras tienen que dar cuenta de la diversidad en todos los procesos de decisión y las políticas de inversiones”. Las metas de este documento impulsan el financiamiento verde, reducen los incentivos para actividades destructoras de la naturaleza y promueven la toma de decisiones informadas sobre cómo invertir capital, sin contribuir a dañar los ecosistemas.
Al tomar la palabra, la bióloga Lucía Ruiz, del Fondo Mundial para la Naturaleza (World Wildlife Fund, por sus siglas en inglés), se enfocó en el papel que tiene México en el resguardo de la biodiversidad. Aseguró que es importante generar políticas de ciencia, monitoreo e implementación en campo. “Una de ellas es la Alianza Mexicana por la Restauración de los Ecosistemas, es la primera reconocida por el decenio de las Naciones Unidas como una oportunidad para generar una política nacional de restauración. Eso es lo que necesitamos para avanzar, así como sistematizar lo que se está haciendo y tener una narrativa de la mano con las comunidades”.
En relación a los temas sobre áreas protegidas que integran la meta tres del Marco Mundial, la experta afirmó que México se encuentra en un proceso de consultas lideradas, organizado desde la cancillería y SEMARNAT, para generar una guía sobre la implementación de esta meta, no sólo desde la perspectiva de áreas protegidas, sino también reconociendo los esfuerzos de las comunidades y los pueblos indígenas. “Otra oportunidad para México es la identificación de los distintos territorios destinados a la conservación y sus distintos ecosistemas”.
Compartió que el Fondo Mundial para la Naturaleza, la CONABIO y un banco desarrollan un sistema que permite identificar si un crédito solicitado pudiera representar un riesgo y estar destinado a usarse en un área natural protegida, un sitio vulnerable a sequía, inundaciones o una zona de vegetales. “Sabemos que hoy por hoy todavía no se pueden negar créditos, pero es un primer paso, el reconocer que estás dando un préstamo que puede tener un riesgo”, concluyó la investigadora.
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