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Vivimos un momento de cambios profundos y El Colegio Nacional “está cambiando a su interior”: Claudio Lomnitz

Pagina Zero - aniversario 80 ECN

Hay mucho que celebrar, pero también hay mucho que repensar, ninguna institución puede darse el lujo de dormirse en sus laureles y esta institución tampoco lo puede hacer,

 

La sesión solemne, que se llevó a cabo en el Aula Mayor de El Colegio Nacional, estuvo presidida por los colegiados Claudio Lomnitz, Javier Garciadiego y Pablo Rudomin, así como por el subsecretario de Educación Superior de la SEP Luciano Concheiro Bórquez.

Con los miembros de El Colegio, titulares de instituciones públicas y familiares de quienes formaron parte de la institución, fueron evocadas sus aportaciones históricas, así como también sus retos para el futuro.

“Hay mucho que celebrar, pero también hay mucho que repensar, ninguna institución puede darse el lujo de dormirse en sus laureles y esta institución tampoco lo puede hacer”, destacó Claudio Lomnitz. 

Frente al “momento histórico” de transformación profunda, nacional y mundial, El Colegio Nacional “está pensando y ocupado en cambiar desde su interior”, afirmó el antropólogo Claudio Lomnitz, presidente en turno del organismo, durante la sesión solemne celebrada a propósito del 80 aniversario de la institución.

En el Aula Mayor de la octogenaria institución, y de manera remota a través de sus redes sociales, el colegiado encabezó el acto en el que participaron también los colegiados Javier Garciadiego y Pablo Rudomin, así como el subsecretario de Educación Superior Luciano Concheiro Bórquez.

En el 80 aniversario, afirmó Lomnitz, “Hay mucho que celebrar, pero también hay mucho que repensar, ninguna institución puede darse el lujo de dormirse en sus laureles y esta institución tampoco lo puede hacer”.

Entre los cambios que la institución ha experimentado, señaló, “desde 2017, por ejemplo, la selección de nuevos miembros se ha regido por un principio de paridad de género cosa que responde, aunque con algún atraso, según mi punto de vista, pero sí responde de manera decidida a un cambio en la naturaleza de lo público y del mundo cultural”.

Lomnitz recordó que El Colegio Nacional nació en 1943, en plena Segunda Guerra Mundial, a semejanza del Collège de France. Es, dijo, “una institución muy particular diseñada desde sus inicios para reunir en su seno a personajes genuinamente destacados de las artes y las letras, la física, la química, la medicina, las matemáticas, la filosofía, las ciencias sociales y las humanidades y que, desde este espacio, se impartiera una cátedra libre”.

Al recordar a los 15 primeros miembros fundadores de El Colegio Nacional, el historiador Javier Garciadiego recordó las palabras de Alejandro Gómez Arias, quien previó que el organismo continuaría en el futuro “pleno de fuerzas y legitimidad, consiente del encargo que el Estado y la sociedad mexicana le asignaron en 1943”.

“Durante varios años luchó por su consolidación y a partir de 1971, tuvo un franco crecimiento cuando se duplicó el número de sus miembros. Obviamente, ha mantenido a lo largo de estos años sus exigencias de excelencia y sus compromisos con la libertad y la pluralidad. He omitido muchos temas relevantes: el impacto de su obra difusora, las vicisitudes de nuestra sede, la creciente presencia de disciplinas inexistentes hace 80 años y su complejo procesos de renovación mediante periódicas incorporaciones”, señaló.

Sobre los 15 miembros fundadores, Garciadiego afirmó que “sería una necia y vana pretensión llamarles nuestros “hermanos mayores”, y peor aún “nuestros padres intelectuales”. Decir que fueron nuestros abuelos sería insoportablemente cursi. Fueron 15 grandísimos mexicanos que dedicaron sus vidas al arte, la educación o la ciencia y, mediante éstas, al engrandecimiento de México, cuyas urgencias y carencias nunca les fueron ajenas”.

Las atribuciones y deslindes políticos de los fundadores, enfatizó el colegiado, “eran igualmente claros, (El Colegio Nacional) nacía con el ánimo de afianzar la unidad nacional, tácitamente en contra de la rijosa educación socialista, pues, en la nueva institución tendrían cabida, sin limitaciones, todas las corrientes de pensamiento y todas las tendencias filosóficas, científicas y artísticas, quedando estrictamente rechazadas las ideologías ligadas a la política limitante. Esto es, los funcionarios públicos ilustrados podían tener cabida, no así los dirigentes partidistas”.

Si bien Garciadiego ofreció un repaso histórico, al mismo tiempo se hizo unas preguntas, de difícil respuesta, en temas como la presencia masculina en los primeros 15 integrantes de El Colegio Nacional: ¿cuántas mujeres había en ese momento con méritos para ser elegidas miembros de esta institución por parte de la SEP?

“Como dice el refrán: “si bien eran todos los que estaban, era obvio que no estaban todos los que eran. O sea, ¿por qué se decidió que fueran 20 los miembros y ninguno más?”, señaló el historiador, más allá de que no hubiera una respuesta clara para los planteamientos. 

Una mirada al futuro

Convencido de que la labor de El Colegio Nacional consiste en la divulgación de las contribuciones de sus integrantes, mexicanas y mexicanos “que se han distinguido a nivel nacional y mundial por sus aportes artísticos, literarios y científicos”, el doctor Pablo Rudomin recalcó la idea de que entre más saber tengamos, “mientras más lo difundamos y utilicemos”, estaremos en mejores condiciones de construir una sociedad más justa, más sana y productiva.

Luego del recorrido histórico ofrecido por Javier Garciadiego, el neurólogo se preguntó cómo podría la institución contribuir a que el conocimiento generado por sus integrantes sea compartido y forme parte de nuestra cultura, para ofrecer una respuesta:

“Difundiendo nuestros trabajos a través de conferencias impartidas en este recinto de manera presencial y virtualmente en las distintas universidades y espacios culturales en este y otros países, así como en la prensa, el radio y la televisión y también publicando libros, revistas, artículos científicos, trabajos artísticos en diversas ramas como la música, la pintura, la arquitectura”.

De ahí viene parte de la relevancia de la labor de El Colegio, porque como un espacio de divulgación de las ciencias, la cultura y el arte, existe el interés y la posibilidad de hacer llegar a las personas interesadas en cada uno de los temas en los que trabajan, “tanto de manera individual, como colectiva e interdisciplinaria, las más recientes y actualizadas reflexiones y descubrimientos producidos en México y en el mundo”.

“Esto permite que las audiencias adquieran conocimientos nuevos y organicen su información previa, por lo que a la labor informativa que realizamos se suma también la tarea formativa”, enfatizó Rudomin durante su participación.

A lo largo de tres décadas de pertenencia a la institución, el colegiado parafraseó a Newton para reconocer que, durante este tiempo, se ha “sentido como un niño que se divierte jugando en la playa buscando las piedrecillas más bellas, mientras enfrente de mi está el gran océano con sus maravillas, aún por descubrir: “buscar el conocimiento, el tratar de entender, ha sido y sigue siendo una aventura maravillosa que he compartido con muchos colegas”.

Y al recordar a los integrantes de la institución que han fallecido en la última década, Pablo Rudomin destacó que “su conocimiento y sabiduría contribuyó a la difusión del saber y a la creación de nuevas instituciones”, por lo que su presencia “permanece”.

En tanto que Luciano Concheiro Bórquez, subsecretario de Educación Superior de la SEP, reconoció el servicio “fundamental” que brinda El Colegio Nacional al país, gracias a la integridad de sus miembros, lo que lo ha mantenido “lejos de la mercantilización de la cultura y la educación”.

“A mí me parece que este carácter democrático y público que prevalece en El Colegio Nacional favorece su relación con todo tipo de comunidades, así, en plural, comunidades académicas, culturales, científicas, artísticas, pero también con la comunidad estudiantil y con el pueblo consciente de su transformación, todo ello le ha dado sentido, profundidad y arraigo histórico en la sociedad mexicana.

“Sin temor a equivocarme, agregó, puedo decir que El Colegio Nacional es una de las primeras comunidades científicas y humanísticas de América Latina en realizar un verdadero diálogo de saberes de la cultura occidental, no sólo un trabajo interdisciplinario, lo cual favoreció que sus integrantes desarrollaran una visión humanista y científica en contra de la barbarie, pero también pudieran elaborar una idea del mundo y del conocimiento mucho más complejo”.

Concheiro reconoció los esfuerzos de El Colegio Nacional “por transformarse a la luz de los cambios sociales, políticos, sociales y culturales, como el que propició la pandemia del Covid-19, por ejemplo, todo el tema de la igualdad de género. Cómo ha dicho Pablo Rudomin, aquí presente, cuando él ingresó a El Colegio la única mujer que había era la historiadora de arte Beatriz de la Fuente, quien se dedicó a hacer comprensible y difundir el arte indígena del México antiguo”.

“Hoy, la presencia de las mujeres de distintas disciplinas se ha incrementado notoriamente en El Colegio Nacional. ¿Qué significa esto? Que el estudio, la investigación y la difusión de las artes, ciencias y humanidades también se hace desde una perspectiva de género, lo cual resulta fundamental para un país que está mirando hacia distintos tipos de feminismos, desde la academia, las luchas de los colectivos de mujeres, de las buscadoras de sus familiares desaparecidos, en los espacios laborales, en las artes, la política y la economía”, enfatizó el funcionario.

Las actividades conmemorativas por el 80 aniversario de El Colegio Nacional continuarán a lo largo de la semana. Como viene sucediendo desde hace varios años, sobre todo a partir de la pandemia, la sesión solemne se encuentra disponible en el Canal de YouTube de la institución: elcolegionacionalmx

Finalmente sostuvo que todo ello le ha dado sentido, profundidad y arraigo histórico en la sociedad mexicana; El Colegio Nacional es una de las primeras comunidades científicas y humanísticas “de nuestra América”, para realizar un verdadero diálogo de saberes de la cultura occidental con otras culturas.

Foto: Cortesía.