Francis Andreu invade a Guanajuato de tangos, boleros y rancheras
“Berretín” fue el nombre del concierto ofrecido por Andreu en escenarios de Irapuato, Guanajuato y León.
Sabemos que los sentimientos no tienen latitudes, pero la cantante uruguaya Francis Andreu, sabe cómo transmitirnos con una singular forma de cantar tangos de antaño, boleros y rancheras.
Andreu, una de las más notables voces de su país, encabezó el cartel del programa Uruguay en Guanajuato Rumbo al Cervantino 50, preparado por el Instituto Estatal de Cultura de Guanajuato y la Embajada de Uruguay en México como preámbulo a la edición de medio centenario del Festival Internacional Cervantino.
“Berretín”, vocablo proveniente del habla coloquial rioplatense (lunfardo) que significa capricho o antojo, fue el título del concierto preparado por la artista originaria de Montevideo para sendas actuaciones registradas del 17 al 19 de junio en el Teatro de la Ciudad de Irapuato; el Teatro Cervantes de Guanajuato y el Teatro Estudio del Teatro del Bicentenario Roberto Plasencia Saldaña, en León, respectivamente.
“Hace 20 años que canto tango y nunca lo voy a dejar, pero después de la pandemia quise sacarme las ganas de cantar otros temas que me apasionan y me llenan aunque sean de otro género. Por eso este concierto se llama “Berretín”, porque canto cosas que se me antojan”, explicó la cantante que inició su carrera a los 17 años.
Ya que actuaba por primera vez en Guanajuato, Andreu atinadamente decidió mostrar su carta de presentación en el tema de apertura de sus conciertos: “Yo soy la Francis. Usted dirá que yo caí de contrabando. Entre rockeros, tropical, murga y candombe. ¿Qué hace esta piba cantando tango?”
La Francis no hizo su periplo guanajuatense sola. En el escenario contó con la complicidad y solvente ejecución de Sergio Astengo, en el bandoneón; Andrés Rodríguez, en el contrabajo; Gabriel Rodríguez en la segunda guitarra y Guzmán Mendaro en la primera guitarra, arreglos y dirección musical.
“Berretín” fue una velada exquisita, donde el tango tradicional sonó con autenticidad, gracia y donaire en los linderos de su territorio y contagió con su melancolía y templado abandono las líricas heredadas de otras latitudes.
Con una actitud fresca y desenfadada; una voz arenosa y contenida y una emotividad precisa, Francis Andreu despachó algunas joyas del repertorio tanguístico de abolengo, como “Sigue el corso” (“el tango favorito de mi abuelo”, diría ella); “Mariposita”, “A media luz” o “Pasional”.
Mientras que sus “Berretines” salieron principalmente de México, tal fue el caso de “Mi ex”, de Christian Nodal; los boleros “Cenizas”, de Wello Rivas y “Si tú me dices ven”, de Alfredo Gil; o los clásicos rancheros “Échame a mí la culpa”, de José Ángel Espinoza “Ferrusquilla” o “El último trago”, de José Alfredo Jiménez; para el que, con un gesto de simpatía y humildad, Francis pidió permiso al público antes de cantar.
Andreu también evocó a uno de los compositores referentes de su país, Jaime Ross, de quien obsequió temas como “Solo contigo” y “Adiós juventud”, antes de despedirse con “Garganta con arena”, el sentido tributo de Cacho Castaña a ese cantor leyenda del tango que fue Roberto “El Polaco” Goyeneche.
Ligera y casual, Francis cedió el escenario para que fueran sus músicos quienes recibieran los últimos aplausos de cada función con “La cumparsita”. No sin antes hacer una promesa: volver a Guanajuato antes de terminar el año.
Foto: Cortesía.