Baja participación juvenil en las elecciones, un desafío para la Democracia Mexicana
La abstención no necesariamente es una renuncia a la participación política; más bien es una forma de expresar inconformidad hacia el desempeño de la democracia, poca confianza a los partidos políticos y descontento con el gobierno.
La participación ciudadana en los procesos electorales es una base fundamental del sistema político mexicano, donde las decisiones públicas son diseñadas por representantes legítimos que emanan de la voluntad y representación de los ciudadanos.
Sin embargo, proceso tras proceso surge una preocupación entre las autoridades electorales: La notoria disminución en la participación de los jóvenes en el ejercicio democrático, señaló el Dr. Miguel Ángel Monteverde Ávalos, profesor del Colegio de Ciencias Sociales y Humanidades en el Campus Mexicali de CETYS Universidad.
De acuerdo con cifras del Instituto Nacional Electoral (INE), apenas el 55% de los jóvenes-adultos entre las edades de 19 a 34 años, ejercieron su voto en las pasadas elecciones federales, posicionándose como el grupo con la tasa de abstención más elevada.
Paradójicamente, las personas de 18 años lideran en participación electoral, superando la media nacional con una participación significativa del 64.7% de la lista nominal. “Algo pasa en la trayectoria de vida del joven para dejar de interesarse en la política electoral. Pero, ¿Cómo interpretar esa marcada disminución progresiva en el interés y participación de los jóvenes?”, plantea el profesor.
En primer lugar, expuso, es necesario desafiar la etiqueta comúnmente asignada a los jóvenes como apáticos o desinteresados de la política. Los mismos datos del INE desmienten este estigma, revelando que el grupo de 18 a 29 años constituye el 47% de los funcionarios de casilla.
“La abstención no necesariamente denota una renuncia a la participación política; más bien, representa una forma de expresar la inconformidad hacia el desempeño de la democracia, la poca confianza de los partidos políticos y el descontento con los gobiernos federal y local”.
En segundo lugar, es esencial analizar las condiciones materiales que influyen en la participación del electorado juvenil, prestando atención a sus necesidades inmediatas, escuchando lo que les importa, incomoda y desean.
“Nos encontramos en una época caracterizada por la precarización laboral que genera incertidumbre, crisis de salud mental, dificultades en el acceso a la educación y seguridad social, factores que hacen que las soluciones que presenta la oferta política actual resulten poco atractivas, careciendo de identificación o representatividad para este sector poblacional. Sin espacios institucionales para deliberar preocupaciones existenciales, es difícil construir identificaciones y significados compartidos de comunidad y de bien común”, detalló el especialista.
Dicho de otra manera, la baja participación electoral está arraigada en la poca vinculación entre las demandas del joven, -materiales, intelectuales y emocionales- y las posibles soluciones propuestas por los diversos actores políticos.
En este contexto, es necesario revisar cómo el Estado, las instituciones y las actuales ofertas políticas enfrentan y responden a esas demandas materiales y simbólicas.
“Considero importante que las instituciones electorales y políticas del país se involucren activamente en escuchar las necesidades de este grupo, fomentando campañas de credencialización, diálogos y conversatorios con actores políticos en espacios que han sido apropiados por la juventud, como la universidad. La construcción de agendas centradas en educación electoral, con la participación de diversos actores políticos, especialmente los jóvenes, es una estrategia efectiva para promover el voto y la participación en la esfera pública y, de esta manera, consolidar una democracia participativa”, concluyó el Experto CETYS.
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