Una jauría llamada Ernesto propone la reflexión colectiva sobre el uso de armas entre los jóvenes
La cinta que dirige Everardo González compite en la sección de Largometraje Documental en el FICM.
Amelia Rojas, enviada / fotos cortesía Animal de Luz/ Artegios
Morelia, Mich. Más de 30 mil asesinatos, de los 350 mil que ocurren en México fueron perpetrados por manos adolescentes. Jóvenes que en un momento de su vida tuvieron acceso a un arma, la aprendieron a usar y la utilizaron para matar. Niños y jóvenes que son también víctimas de la violencia sistémica, de la que forman parte como pieza clave del crimen organizado.
Estos jóvenes que colectivamente son llamados Ernesto son documentados por el director Everardo Gonzalez en la película Una jauría llamada Ernesto, producción que compite en el Festival Internacional de Cine de Morelia.
Con su vasta experiencia en la documentación sobre los diversos eslabones de la violencia, que plasmó en las películas El cielo abierto y La Libertad del diablo, Everardo González permite conocer lo que piensan y sienten estos jóvenes, pero les brinda la garantía del anonimato, al ubicar la cámara en su espalda y ofrecer con ello una narrativa visual alejada del convencionalismo cinematográfico.
“Donde hay un ejercicio de la violencia ponemos un filtro que nos hace sentir, que lo que ocurre, no esta sucediendo. Ese filtro es la sensación de ser simplemente testigos de algo, entonces se me ocurre que en lugar de hacerlos testigos, les voy a pedir que acompañen. Así que decidimos poner un cinturón, que tiene una especie de cola de alacrán para soportar cámaras de diferentes pesos y probamos, ese era el camino”.
Este planteamiento narrativo permite conocer de cerca las vidas cotidianas de estos jóvenes que abren la puerta a su mundo emocional y muestran el panorama del trasiego de armas en México, y también de todos los involucrados, porque de acuerdo con Everardo González, el Estado mexicano ha hecho caso omiso al problema.
“Una cosa, es que los gringos nos lo pongan en la frontera y otra cosa es que México con todo este aparato de corrupción lo ponga en las manos en los jóvenes. No puede seguirse haciendo poco responsable el Estado mexicano. Porque el Estado mexicano es quien está contribuyendo a eso”.
Una jauría llamada Ernesto cuenta con una investigación periodística a cargo de Daniela Rea, Óscar Balderas, Carlos Cruz y el propio cineasta, además de la valiosa colaboración de un joven que formó parte de las filas del sicariato y les ayudó a contactar a los personajes que dan su testimonio.
“Axel se volvió una figura muy relevante, no sólo porque es una de las personas que también me ayudó a grabar, también es quien hizo la música, sino también fue quien me trajo a sus amigos para hablar conmigo, entonces esa investigación se vuelvió menos compleja”, explicó Everardo Gonzalez.
Al igual que en La libertad del diablo, el cineasta explora en la semilla de violencia que germina en los jóvenes, para entender, sin prejuicios, por que deciden tomar un arma y jalar el gatillo. “Yo quería hablar con muchachos, que sí se hayan cuestionado lo que estan haciendo. Por ejemplo, elegí trabajar, con una de las voces, un muchacho, que sabe que el ejercicio de la violencia va a traer más violencia para él y para todos su entorno, entonces ruega no encontrar a la víctima”.
Everardo González acompaña esta película con la campaña de impacto #SomosJauría en la que a través de expertos se hablará en algunas ciudades sobre el tráfico de armas en México, con el fin de hacer un llamado a la reflexión sobre la violencia, el acceso a las armas y las juventudes en México