Huesk | Basca

Un día me salió un absceso en la cara. No lo toqué hasta que vi el cúmulo de pus es la punta. Solo actué. Después de imaginarme el reviente de ese volcán. Sentí mis dedos húmedos. Un repentino asco me vino hasta la garganta. Toda mi mano tenía sangre y pus. Lo seguí exprimiendo hasta vaciarlo.

Mi cara apestaba. Me lavé el rostro. Me eché mucho jabón y me sequé muy suave. Vi cómo se me había formado un agujero en resto del absceso, algo se me había quedado pegado y aún se veía húmedo. Exprimí para sacarlo y no tuve éxito. Lo hice más fuerte. Y más. Y nada.

No obtuve nada.

Tome unas pequeñas pinzas y cuando las cerqué hacía el resto de lo que fuera que eso brotaba de mi cara, se movió. Estremecí. Me acerque. Tomé las pinzas, Aprete con fuerzas y comencé a jalar mirándome al espejo. Traía entre las pinzas un cuerpo negro, delgadillo y pegajoso como de quince centímetros. Comenzó a brotar pus. Y al fin salió. Tanta mierda atrapada salió. Pude dar una bocanada como recién nacido.

Respiré de ese olor a mierda y estaba feliz por que ahora tenía un gusano de mascota, un agujero en la cara y un asco profundo hacía la vida. Tan perro. Que a la hora de despedirme.

Y decir adiós.

Ya me estaba.

Deshaciendo.

Foto: Miguel Benítez | Ramiro, vocalista de Los Luckas, en un homenaje a Huesk en el Anfiteatro de Sinfonía del Mar en Acapulco.