Tiembla de miedo con las leyendas de Jalisco para Día de Muertos
El verdadero terror se esconde en las temibles leyendas que se cuentan y viven en el estado de Jalisco.
Cada año, en Día de Muertos, millones de personas en México y el mundo tiemblan de miedo con las historias populares de fantasmas, espíritus, diablos, calaveras y vampiros; pero el verdadero terror se esconde en las temibles leyendas que se cuentan y viven en el estado de Jalisco.
Mientras que, para unos, la visita de los seres que se adelantaron en el camino es su temporada favorita del año, para otros, es tiempo de esconderse bajo las cobijas mientras el miedo invade todo su cuerpo. Sin importar de qué lado estés, abre bien los ojos y conoce algunas de las leyendas jaliscienses perfectas para celebrar el Día de Muertos.
El puente del diablo
Romper un pacto con el Diablo es casi imposible, pero hay personas que han podido hacerlo. El origen de la leyenda del puente del Diablo es incierto, pero una de las versiones de este terrorífico relato dice que un hombre de Puente Grande se enamoró de una bella mujer que vivía en Zapotlanejo. Pero su amor no era posible ya que a los dos pueblos los dividía un río y cruzarlo era muy complicado.
Entonces, una noche el enamorado no dudó en llamar al Diablo para ofrecerle su alma a cambio de que el rey de las tinieblas construyera un puente antes de que llegara el amanecer. Lucifer puso manos a la obra sin saber que la mujer se enteró del pacto del hombre. Así que, para salvar su alma, salió al patio de su casa y se puso a cantar como un gallo. Su talento era tan grande que otros gallos de casas cercanas comenzaron a imitarla.
El tremendo cacaraqueo de los animales hicieron creer al Diablo que había fallado en su misión, así que dio por perdido el pacto cuando solo le faltaba una piedra para terminar el puente. Se dice que aquellos que se animan a colocar esa última piedra, pierde la batalla, porque está siempre se cae ¿te atreverías a intentarlo?
La leyenda del Chavarín
En la región de Valles, en especial en el municipio de Ameca, son comunes los extensos plantíos de caña y otros cultivos que parecen perderse en el horizonte. En estas tierras fértiles se cuenta que hace tiempo un hombre muy reconocido terminó convirtiéndose en un temible monstruo que hasta estos tiempos acecha a quienes se acercan a las aguas del río que lleva el nombre del mismo poblado.
De acuerdo con el cronista municipal, Francisco Mejía Mata, la leyenda del Chavarín cuenta que una familia compuesta por una pareja y tres hijos se estableció en el poblado. El padre que se dedicaba a la pesca compartió su conocimiento con uno de sus hijos, quien muy pronto se hizo experto atrapando bagres, trayendo riqueza a su familia y convirtiéndose en el mejor pescador del rumbo.
Pero un día, la desgracia llegó. Una sequía azotó la región y los peces dejaron de ser abundantes, el río casi se secó. Ya casado, el joven entró en desesperación e hizo un pacto con el Diablo. Entonces el demonio apareció dentro de una serpiente acuática llamacoa y acepta cumplir el deseo de llenar de nuevo el río de peces, pero con la condición de que el pescador pase las noches con la serpiente. Es así como noche tras noche el hombre comparte la cama con la culebra hasta que su esposa, llena de sospechas le cuenta a su familia y deciden vigilarlo. Es así que descubren su secreto y dan aviso al cura del pueblo.
El religioso no duda en ayudar y van en busca del pescador. Cuando lo encuentran en el río, el cura trata de romper el maleficio, pero el hombre corre junto con la culebra al río y al llegar al agua empieza a transformarse en un ser lleno de pelambre, mitad humano, mitad serpiente y algunos otros dicen que mitad pescado.
Desde ese día, se dice que todas las muertes o ahogados cercanos a este río son culpa del famoso “Chavarín”. También se cuenta que solo ataca a aquellos que se portan mal, así que si te portas bien no hay de qué preocuparse.
El templo de Teocaltiche y el “Sacerdote sin cabeza”
El Santuario de Teocaltiche está rodeado de varias leyendas que tienen que ver con los sacerdotes que han servido en este recinto. Primero que nada, este lugar es uno de los pocos templos autorizados para realizar exorcismos. La prueba es que el piso debajo de la cúpula principal hay una estrella para realizar los ritos que liberarán a los cuerpos humanos de las terribles almas, espíritus y demonios que se han posesionado de ellos.
Una de las historias dice que luego de dar su sermón, un cura se murió del susto cuando vio un espíritu maligno que estaba parado sobre la estrella lo observaba fijamente. Con el miedo a flor de piel, el padre continuó con la misa y al final el espectro desapareció.
Una historia más en el pueblo de Teocaltiche habla del terrorífico “sacerdote sin cabeza”. Varias personas a lo largo del tiempo han asegurado haber visto en el templo de San José a un padre o cura decapitado. Los relatos dicen que, en los tiempos posrevolucionarios, durante una misa, cuando llegó el momento de la eucaristía, se escuchó afuera del templo un fuerte estruendo que obligó al padre a detenerse por un momento.
De repente, un grupo de bandidos entró a la iglesia y comenzó a atacar a la gente. Uno de ellos con machete en mano se acercó al padre y lo decapitó. Varios meses después de aquel trágico incidente, un hombre que pasaba frente al templo a altas horas de la noche, fue interceptado por un padre que lo invitó a presenciar una misa. A pesar de que era muy tarde, el hombre aceptó e ingresó al lugar.
Todo iba normal, pero el terror llegó al momento de la eucaristía, cuando un fuerte viento sacudió el templo, apagó todas las velas y cerró todas las puertas. En medio de la oscuridad, el hombre observó cómo al padre se le desprendió la cabeza del cuerpo y rodó hasta llegar a sus pies. Fue tanto el miedo que sintió que perdió el conocimiento. Desde aquel tiempo, se dice que el alma del sacerdote está en pena y busca descanso, tratando de concluir la misa que dejó a medias.
Estas historias son algunas de las muchas que viven el imaginario colectivo de los jaliscienses. Algunas otras como la tumba de “Nachito”, el árbol del vampiro o el reloj de la muerte, te pondrán los pelos de punta.
Si crees tener el valor necesario, empaca las maletas, los crucifijos, las cruces y el agua bendita y vista el estado de Jalisco en este Día de Muertos.
El Arco del Diablo
En el camino que va a la Congregación de San Miguel, en Tuxpan, hay un arco de acueducto de casi cinco metros de alto el cual fue construido por el diablo en solo un minuto.
La leyenda dice que cierta noche de luna llena, un campesino se encontró con un jinete que montaba un hermoso caballo negro y que estaba recargado sobre unas peñas. Lo saludó y lo acompañó un buen rato. El campesino le contó sus penas debido a la mala cosecha que por varios años había tenido. El jinete lo escuchó y le dijo:
— ¿Qué darías a cambio de que tu suerte cambiara?
— ¡Vendería mi alma al diablo si con eso yo tuviera una buena cosecha!
— ¡Bien, tú lo pediste! —respondió el jinete, y se marchó desapareciendo en la oscuridad de la noche.
Al día siguiente el campesino encontró su sembradío regado y así fue durante toda la temporada de siembra, ganó buen dinero. Una noche que venía muy contento del pueblo, se volvió a encontrar al jinete en el mismo lugar, y éste le preguntó:
— ¡Quihubo amigo!, ¿Cómo le ha ido?
— ¡Muy bien, vendí toda mi cosecha, pagué todas mis deudas y me sobró dinero!
— ¿Estás seguro de que ya no tienes ninguna deuda? —le dijo el jinete.
— Sí, seguro.
— Te equivocas, ¡tu alma me pertenece! ¿Te acuerdas de la otra noche? ¡Eso fue lo que dijiste y el plazo se ha vencido!
El campesino muy asustado, se aferró a las peñas con mucha fuerza, tanta que el diablo tuvo que desprender las rocas para llevarse el alma que había ganado y fue así que se formó el arco. Por las noches la gente evita pasar por el lugar, pero hay quien asegura que el jinete está allí en busca de otra alma para hacer el mismo trato.
El charro negro
Otra de las leyendas que se cuentan en Tuxpan es la de un hombre vestido de charro color negro montado en un caballo azabache. Dicen que en las calles se puede escuchar a lo lejos las pisadas de los cascos. Aquellos que han sentido el ruido muy cerca, han visto la figura sombría de este hombre.
La gente cuenta que esto ocurre durante la madrugada, dicen que era el Diablo mismo. El charro se acerca a las personas para acompañarlas por las calles, especialmente a las mujeres jóvenes, a quienes incluso ofrece llevarlas hasta su casa a caballo.
Aquellas que aceptan, ven como el charro revela su forma real cuando ya estaban sobre el lomo del animal. Se dice que el hombre crece dos veces su tamaño y se enciende en fuego, quemando a sus víctimas en las llamas del infierno.
A partir de ese momento, el alma de la chica le pertenece al Diablo. Las más inteligentes se han negado a montar, pero permiten que las acompañe hasta su casa para evitar que se transforme.
La Pila de las Culebras
A fines del Siglo XIX, vivían en Tapalpa, Jalisco cuatro comadres a las que se les conocía como las Marías Lenguas, por lo argüenderas que eran. Generalmente se reunían en la pila más cercana a sus casas, en este caso la de “Las Culebras”. No se sabía quién era la peor de las cuatro: Algunos dicen que María Tomasa, otros que María Eduviges, María Natalia o María Amaranta.
Lo cierto es que las cuatro tenían suficiente mérito para manejar la calumnia con verdadera acidez. En una de las tantas ocasiones que ellas se reunían, llegó el indio Macario, de quien se decía era un antiguo brujo otomí cuyos poderes eran extraordinarios. Al verlas Macario enredadas en sus ya cotidianas confabulaciones, les advirtió que, si seguían haciendo daño a las personas con sus venenosos chismes, pagarían en justo precio las consecuencias.
Ellas, insensatas que eran, se rieron de Macario y lo insultaron de forma agresiva, entonces él les dijo: “les di una oportunidad para que recapacitaran y cambiaran sus costumbres, pero los hábitos los tienen tan arraigados que pagarán con el castigo que merecen”.
Después de esto, expresó en idioma otomí un conjuro, a la vez que, tomando agua de la pila, mojó a las cuatro Marías. En ese instante, las mujeres comenzaron a contorsionarse y cayendo al suelo se fueron transformando en serpientes.
“Para que sirva de ejemplo a todos los que no saben los daños que causan con sus intrigas y torcidos chismes, quedarán por siempre como culebras de piedra”, dijo el indio al irse del lugar. En el búcaro de la pila quedaron grabadas las cuatro Marías ya petrificadas. Y desde esa época, a la fuente del Fresnito, se le conoce como la Pila de las Culebras.
Foto: Cortesía.