A través de la fotografía percibimos que una ciudad no se entiende sin sus habitantes: Vicente Quirarte
Se llevó a cabo la cuarta y última sesión del curso Siempre noble y leal: la Ciudad de México a través de la historia, la arquitectura, el cine y la fotografía, coordinado Vicente Quirarte, miembro de El Colegio Nacional.
Inabarcable, constituida de diferentes capas, en proceso permanente de construcción, destrucción y reconstrucción, pero sobre todo llena de personajes populares que la definen, así se revela la Ciudad de México en imágenes, coincidieron fotógrafos e investigadores durante la cuarta y última sesión del curso “Siempre noble y leal: la Ciudad de México a través de la historia, la arquitectura, el cine y la fotografía”, coordinado por el poeta Vicente Quirarte, miembro de El Colegio Nacional.
Con el tema Foto y ciudad, entre vista y escena, la lección, dictada de manera presencial en el Aula Mayor de esta institución y transmitida a través de sus redes sociales, estuvo dedicada a la fotografía y fue organizada por la investigadora Laura González-Flores, del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, con la participación de los fotógrafos Francisco Mata Rosas, Yolanda Andrade, Gerardo Suter y el dueto Lake-Verea, formado por Francisca Rivero-Lake y Carla Verea.
Desde la fotografía de Prelier, señaló el colegiado Vicente Quirarte, “que fue históricamente el primero en reproducir la Catedral de México de manera fotográfica, hasta los trabajos de Rodrigo Moya y de Nacho López, la Ciudad de México ha sido protagonista esencial de la fotografía”.
“La Ciudad de México en sus edificios, pero también en lo que representa la sangre, o sea, las arterias y los habitantes de la urbe. Una ciudad no se entiende sin sus habitantes y eso lo vamos a ver y los vamos a percibir a través de la fotografía”, dijo como preámbulo.
Pero ese retrato de la ciudad, advirtió González-Flores, “en realidad es imposible porque ésta no es visible, es inmensa e inabarcable. Toda ciudad se extiende más allá de nuestro campo visual y el de cualquier cámara, y si proyectamos el anterior problema a la megalópolis que hoy sustituye a la Ciudad de México, comprenderemos que más una entidad reconocible, la urbe es una entelequia abstracta, una imagen mental sensible formada por elementos disímiles”.
La fotografía, resaltó la estudiosa al dedicar la sesión al fallecido fotógrafo Marco Antonio Cruz, “no tiene nada que ver con tomar algo a través de una cámara, por el contrario: hacer fotografía es construir, es hacer, a través de la mirada, una imagen significativa. Los verdaderos fotógrafos, aquellos que logran atraparnos en sus imágenes significantes siempre construyen sus fotografías”.
“Más que tomar fotografías de la ciudad, ellos y ellas construyen una ciudad visible en imágenes, una perspectiva subjetiva, fragmentaria y concreta, podríamos llamarla una ventana a la idea visible de la ciudad mediante la cual cada fotógrafo comparte su vivencia histórica, social y personal del espacio que compartimos”.
De esta manera, resaltó, “la ciudad fotográfica es la suma virtual de miles de imágenes que, según los giros del tiempo, la historia de la ciudad real, van conformando un cuadro caleidoscópico, un relato colectivo que funciona como un palimpsesto”.
Para abordar la manera cómo se ha retratado la ciudad, González-Flores propuso dos conceptos: vista y escena, que definió como formas complementarias y dialécticas. La primera, dijo, es una continuación de la tradición de las pinturas, las litografías, las láminas del siglo XVIII hasta nuestra época.
“Son imágenes de espacios que pretenden describir un lugar asociándolo a un elemento urbano reconocible o a un monumento, originalmente asociadas al naturalismo científico y exploratorio del siglo de las luces, las vistas adoptan ya en el siglo XIX las nuevas ciencias sociales positivistas, su objetivo es conocer por vía visual lo otro desconocido; por razones técnicas y estéticas, las vistas fotográficas excluyen a las personas”, señaló.
La segunda estrategia para retratar la urbe, en cambio, “remite al teatro y al movimiento, la ciudad se representa como un enorme telón de fondo de las acciones históricas y personales, de los gestos de sus habitantes, estas fotografías escenográficas producen el retrato identificable de la ciudad a partir del movimiento, es mediante la dinámica como se construye la imagen de la ciudad como una experiencia única, como un espacio material y social concreto, la ciudad es un tejido de escenas fotográficas en las que se comprime el pasado, el presente y el futuro de la urbe, en imágenes que invitan a leerse de una sola ojeada y que denotan la intención del fotógrafo”.
Ciudad en reconstrucción
A lo largo de 500 años, señaló el fotógrafo Francisco Mata Rosas, la Ciudad de México ha sido un territorio “construyéndose, destruyéndose, deconstruyéndose, reconstruyéndose, y volviéndose a caer, volviéndose a reconstruir”, dejando como huella diferentes capas, no sólo arquitectónicas.
“Desde luego son capas que se sobreponen, ideológicas o culturales, de todo tipo, eso es lo que hace fascinante para mí esta ciudad, lo que hace que sea una ciudad infotografiable por ser inabarcable, por ser inasible, pero tampoco creo que tengamos que preocuparnos mucho, no entiendo cuál sería la necesidad de agotar la Ciudad de México”, señaló.
Mata afirmó que Ciudad de México ha sido el tema de su imagen desde siempre, “de diferentes maneras la he abordado, inclusive hay quien me dice que en proyectos que tengo, por ejemplo, fotografiando la frontera o muchos años que trabajé en La Habana, en Cuba, me dicen que al final de cuentas hago lo mismo, que sigo fotografiando lo mismo y al final de cuentas cambia sólo la ciudad, pero que al final de cuentas mi acercamiento es totalmente chilango”.
Esa ciudad, sin embargo, no sería la misma sin su cultura popular urbana: “Me gusta mucho todo lo que significa, todo lo que representa y pues la Ciudad de México, que es mi ciudad, es el tema que siempre atraviesa todo lo que yo hago.
“Cuando recorrí durante tantos años las calles de la ciudad, entendí por fin de dónde era y eso me dio identidad y me dio seguridad y me dio pertenencia. El entender, el asumir cien por ciento que soy de la Ciudad de México, pero no en el sentido de haber nacido aquí o vivir acá, sino de hacer de la ciudad mi vida y que mi vida forma parte de esta ciudad”, definió.
De manera similar, la fotógrafa Yolanda Andrade afirmó, a través de un video que, con el paso de los años, el interés de sus imágenes se centró en la gente de la ciudad: “Empecé con escenas desprovistas de las personas, pero luego ya empecé a tomar lo que es la interacción de la gente en el espacio citadino, entonces aparecieron temas como cuando empecé una serie de la imagen de la muerte, sobre la religión, pero sobre todo la relacionada con la Virgen de Guadalupe”.
“Yo nací y viví hasta los 18 años en Tabasco, un estado que estaba en los años 50 y 60 bastante alejado de la capital en todos los sentidos, cultural y geográficamente, y empecé a conocer la Ciudad de México a través de las películas mexicanas que yo veía desde niña, todas esas películas que habían hecho en los años 40 y 50 y me fascinó, de ahí nació mi deseo de dejar Tabasco y venirme a la Ciudad de México para encontrar otras opciones”, recordó.
Ya en la gran urbe y al estudiar francés en el Centro Histórico, “descubrí ese enorme placer de caminar las calles, de observar todo lo que sucedía alrededor y sin saberlo todavía, de ser una flaneurs, que pocos años después viviría la ciudad a través de la fotografía”.
Después de estudiar en el Visual Studies Workshop's y regresar a México, dijo, “en esa primera etapa de mi trabajo, que lo realicé con cámaras analógicas y película en blanco y negro, me concentré en eso que tu identificas como escenarios, que es propio de lo que llamamos fotografía de la calle, en donde la ciudad es un telón de fondo, un escenario en el que actúan y se relacionan las personas en situaciones muy diversas, como son los días de guardar, las manifestaciones sociales y políticas, las festividades o el simple hecho de experimentar la vida en las calles por motivos personales”.
En tanto, el fotógrafo Gerardo Suter recordó la exposición “DF Penúltima región” exhibida en el Antiguo Colegio de San Ildefonso, “homenaje al Distrito Federal, ahora Ciudad de México”.
Suter afirmó que la ciudad “no se ha cansado de crecer, lo increíble es la cantidad de capas que contiene, hay una serie de fotografías que hice aéreas con un helicóptero sobre la Ciudad de México y es increíble lo que sucede en las azoteas de la ciudad”.
El dueto Lake-Verea, integrado por Francisca Rivera-Lake y Carla Verea, también expuso, a través de un video, cuatro proyectos fotográficos de los últimos años. “Trabajamos juntas desde el año 2005, nuestro trabajo gira en torno a la experimentación con técnicas y formatos fotográficos para crear retratos íntimos, personales”, señalaron y expusieron Cámara mamut, Modernas invertidas, Cuartos obscuros, Barragán en penumbra y Frottage en pareja.
La mesa redonda “Foto y ciudad, entre vista y escena”, última del curso “Siempre noble y leal: la Ciudad de México a través de la historia, la arquitectura, el cine y la fotografía”, se encuentra disponible en las redes sociales de la institución: elcolegionacionalmx.
Sigue las transmisiones en vivo a través de las plataformas digitales de El Colegio Nacional.
Foto: Cortesía.